El deseo, apetito sexual o libido puede considerarse como la primera fase del funcionamiento sexual humano, suele aparecer antes de la excitación y en algunos casos aparece después de esta, por eso, en ocasiones, es difícil diferenciar estas dos fases.
Generalmente, se activa después de los cambios fisiológicos de la pubertad. En el ámbito psicológico es el interés o la motivación para realizar en una actividad sexual, hecho que se evidencia en la presencia de fantasía sexuales, en la receptividad ante la presencia de señales sexuales por parte de un estímulo erótico o en la búsqueda activa de ejercer la función sexual en modo erótico.
El deseo sexual se encuentra regulado por dos intrincados sistemas de circuitos neurales que utilizan neurotransmisores y hormonas para generar una excitación o una inhibición y, finalmente, la regulación del funcionamiento sexual. El sistema inhibitorio tiene la capacidad de superar ampliamente le sistema excitatorio, por ejemplo, en casos de dolor, evitación y aversión que ocurren por el condicionamiento cultural que provee la educación sexual negativa.
Entre las áreas cerebrales clave de la función apetitiva se encuentran los centros de procesamiento de la atención y recompensa de la corteza prefrontal, el hipotálamo y el sistema límbico. Entre los neurotransmisores excitatorios implicados están la dopamina, la melanocortina, la oxitocina, la vasopresina y la norepinefrina. Los neurotransmisores inhibitorios están los opioides, endocanabinoides y la serotonina. Y dentro de las hormonas más importantes se encuentran las hormonas sexuales como la testosterona, producida en altas concentraciones de manera constante en el hombre y el estradiol, producidas de manera cíclica en la mujer.
A pesar de que el deseo sexual es un proceso predominantemente biológico, está influenciado por otros factores psicológicos, sociales, contextuales y de pareja. Además, normalmente varían de manera sustancial entre individuos.
Dentro de los que se ven involucrados en la disminución del deseo se encuentran: estrés, depresión, distorsión de la imagen corporal, baja autoestima, educación sexual negativa o restrictiva, problemas de pareja (ejm rencor), lactancia materna, alteraciones hormonales (hipogonadismo, menopausia, andropausia, hiperprolactinemia), enfermedades crónicas (diabetes, cáncer, esclerosis múltiple, incontinencia), dolor agudo y crónico (incluyendo el dolor durante las relaciones sexuales), experiencias traumáticas previas, uso de medicamentos (antipsicóticos, antidepresivos, antihipertensivos), abuso de sustancias psicoactivas, entre otros.
Por otro lado, existen circunstancias que potencian la libido, entre ellas tenemos: adecuados periodos de sueño y descanso, ejercicio, dieta balanceada, buen estado de salud en general y mental, buena relación de pareja y autoestima, educación sexual positiva, fantasías sexuales activas, bajos niveles de estrés, autoconocimiento erótico, uso de ciertos medicamentos y sustancias, actividades emocionantes, novedosas y el enamoramiento.
Es considerado una de las disfunciones sexuales mas frecuentes, sobre todo en mujeres, aunque puede presentarse en ambos sexos.
Está definido como la disminución o ausencia persistente de fantasías, interés, motivación y/o receptividad para la realización de alguna actividad sexual, lo cual puede generar disminución de los encuentros sexuales o la pérdida del disfrute de estos.
Cuando aparecen algunas de estas características y están asociadas a malestar, tristeza, angustia o problemas en la relación de pareja se debe buscar ayuda por personal calificado.
El efecto Coolidge, se refiere a la pérdida progresiva de deseo y excitabilidad por la habituación pareja habitual, mientras que se conservan para otras nuevas personas.
Se ha encontrado que dicho efecto está presente en casi todas las especies animales, a excepción de unas pocas monógamas.
Se ha visto, además, que los individuos con historial polígamo tienen una respuesta mucho mayor al estímulo novedoso en comparación con los individuos con historial monógamo.
Este efecto, más estudiando en animales, explica porque en algunas parejas humanas se disminuye el deseo sexual a medida que avanza el tiempo de la relación.
German Eduardo Quiroz, Medico Especialista en Sexologia Clinica
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