Alzate (1987) define que el educador sexual, es aquella persona “con sólidos conocimientos en las principales áreas de la sexología y aptitudes pedagógicas para idear, organizar y desarrollar programas colectivos o individuales, formales e informales de educación sexual positiva para individuos de diversas edades y niveles educativos” (Alzate, 1987) Adicionalmente, Useche piensa que el educador sexual debe tener “[…] una clara consciencia de sus fortalezas y limitaciones, con un criterio ético claramente definido y con un inmenso respeto por la vida sexual propia y de los demás” (Useche, 1999a, p. 47).
Por las razones expuestas, dejar la importante tarea de la educación sexual en manos de los padres o de los profesores sin un entrenamiento formal específico, o de personas que en la mayoría de los casos también han sido víctimas de procesos defectuosos de educación sexual, o de personas que perpetúan la educación sexual basada en valores morales y no en valores intelectuales, obstaculiza una adecuada adquisición de conocimientos con fundamento científico y de actitudes positivas frente a la sexualidad, y se asegura la perpetuación de los problemas sexuales para las nuevas generaciones (Useche, 1999a; Hurtado Murillo et al., 2011; Malón, 2012). Por su parte, la Asociación Mundial de Salud Sexual, WAS por sus siglas en inglés, afirma que “educador sexual” es la persona con habilidades, conocimientos y capacidades, para desarrollar, implementar y evaluar currículos y campañas de educación sexual. En este sentido, la World Association for Sexual Health (2009c) describe que:
La práctica de la Educación Sexual y la Promoción de la Salud Sexual (Educación y Promoción de la Salud) implica un enfoque holístico para la evaluación de las necesidades y la planificación, implementación y evaluación de planes educativos y de promoción de la salud apropiados para diversas audiencias (World Association for Sexual Health, WAS, 2009)
Mediante el estudio de aspectos básicos de la sexualidad y haciendo uso de herramientas de educación sexual positiva, se puede atender la mayoría de preocupaciones y problemas sexuales menores de la población. Los problemas sexuales menores son producto de la educación sexual negativa, definida por Alzate (1987) como “[…] el proceso formativo en informativo, a menudo por omisión, que crea en la persona el sentimiento que el ejercicio autónomo de la función sexual en su modo erótico es incorrecto, inmoral o anormal, y que sólo está justificado en un contexto amatorio o reproductor” (Alzate, 1987, 1997).
Adicionalmente, Alzate (1987) define la educación sexual positiva como “[…] el proceso formativo e informativo que permite a la persona adquirir un conocimiento razonado y científico de la sexualidad humana acorde con su desarrollo intelectual, una actitud tolerante hacia las opiniones y conductas sexuales de los demás, mientras que no sean nocivas, y la capacitación para ejercer responsablemente, en el momento oportuno, la función sexual en sus modos erótico y reproductor” (Alzate, 1987). Por lo tanto, la educación sexual positiva es la antítesis de la que se caracteriza por ser una educación que censura, prohíbe y omite. Es decir, el médico y el personal de atención en salud en general, con un entrenamiento y conocimientos científicos básicos sobre la sexualidad, están en la capacidad de resolver los problemas sexuales menores generados por la educación sexual negativa (Alzate, 1987). En otras palabras, para la resolución de los problemas sexuales menores, Alzate recomienda una aproximación psicoeducativa o de consejería, es decir, ante un problema originado por una inadecuada educación, indica un proceso de educación sexual positiva como solución. Los consultantes a los que no les resultara suficiente este método, posiblemente poseen problemas sexuales mayores y complejos, que requieren una combinación de tratamiento especializado e intensivo (Alzate, 1987; Quiroz, 2017). En el siguiente párrafo, Alzate (citado por Useche, 1999b) resume este punto de vista:
Hasta hace poco tiempo se creía que el tratamiento de los problemas sexuales era de la exclusiva competencia de la psiquiatría, en concordancia con la presunción psicoanalítica del origen inconsciente profundo de todos ellos. Los estudios sexológicos modernos han modificado este concepto. En primer lugar, hay que distinguir dos tipos de problemas sexuales: los menores y los mayores. Los problemas sexuales menores son ´la multitud de dificultades que pueden presentarse en la vida sexual de las personas, debidas fundamentalmente a la mala educación sexual por acción u omisión, y cuyo tratamiento es relativamente simple para quien posea los necesarios conocimientos sexológicos´. Los problemas sexuales mayores son `aquellos que tienen causas más complejas, de tipo psíquico, psicosocial, somático o mixto, y que requieren tratamiento especializado, aunque algunos de ellos también presentan el componente de ignorancia sexual, típico de los problemas sexuales menores´ (Useche, 1999b)
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Por: German Quiroz MD, Especialista en Sexología Clínica
Referencias
Alzate, H. (1987). Sexualidad humana. Bogotá: Temis.
Alzate, H. (1997). La sexologie a l’université de Caldas, Manizales, Colombie. Arléa-Corlet, 47-51.
Hurtado Murillo, F., Pérez Conchillo, M., Rubio Aurioles, E., Coates, R., Coleman, E., Corona Vargas, E., … Horno Goicoechea, P. (2011, 2012). Educación para la sexualidad con bases científicas: Documento de consenso de Madrid. (F. Hurtado Murillo, M. Pérez Conchillo, J. Holloway, & Á. Knudson, Eds.). Recuperado de http://www.worldsexology.org/resources/other-documents/
Malón, A. (2012). ¿El derecho a una educación sexual? Entre los discursos de salvación y la ausencia del conocimiento. Educatio Siglo XXI, 30(2), 207-227.
Quiroz, G. (2017). Categorías de los diagnósticos de la identidad de género en el DSM y la CIE: Una revisión crítica. Universidad de Caldas.
Useche, B. (1999a). Educación sexual con fundamento Científico. En 5 estudios de Sexología (pp. 17-50). Manizales, Colombia: ARS Ediciones.
Useche, B. (1999b). El médico y la salud sexual. En Cinco estudios de sexología (pp. 95-118). ARS Serigrafía Ediciones.
World Association for Sexual Health, WAS. (2009). INTERNATIONAL STANDARDS of PRACTICE for SEXUALITY EDUCATORS and SEXUAL HEALTH PROMOTION. Recuperado de http://www.worldsexology.org/resources/professional-ethics/