El déficit en cantidad y en calidad de sueño es un riesgo subestimado para la salud sexual de muchas personas. Los problemas de sueño son una epidemia y un problema para la salud pública mundial, acarrean problemas generales de salud salud y trastornos del rendimiento mental, entre las que se encuentran las alteraciones en las funciones ejecutivas (la inhibición, la planificación, la flexibilidad cognitiva, la monitorización y la memoria de trabajo), los trastornos afectivos como la depresión y las dificultades atencionales.
También, se asocian a la aparición de enfermedades metabólicas y cardiovasculares, como la diabetes, la hipertensión, la obesidad y aumentan significativamente la aparición de todo tipo de disfunciones sexuales. Todas ellas predisponen a conductas de riesgo y accidentes, con el consecuente deterioro del rendimiento académico y productivo. El desempeño general y sexual empeora con una mayor deuda de sueño acumulada.
A medida que las personas envejecen tienden a empeorar la cantidad y calidad de sueño, por múltiples motivos intrínsecos a procesos biológicos fisiológicos y patológicos, pero también debido a factores extrínsecos como la excesiva carga de tareas y actividades extracurriculares, el distrés y el uso nocturno de medios electrónicos, consumo de cafeína y malos hábitos a la hora de dormir. Un caso extrínseco de interés sucede en personas que realizan turnos laborales nocturnos, porque se deben someter a tiempos inadecuados de sueño y a destiempo que los llevan a una desincronización permanente con el ritmo circadiano.
El promedio de las horas de sueño que necesita un adulto por encima de los 30 años es de 8 horas, aunque hay amplias variaciones individuales, pero en el caso de las alteraciones de sueño, no hay suficiente tiempo para satisfacer las necesidades homeostática. Es importante tener suficiente tiempo de sueño reparador para favorecer el mantenimiento del deseo sexual y las respuestas genitales. La apnea del sueño, por ejemplo, es una enfermedad que causa hipoxia (disminución de la tensión de oxigeno) que hace que sufran múltiples, sobre todo el cerebro. La hipoxia cerebral comúnmente se acompaña de deseo sexual hipoactivo y de trastornos de la excitación en hombres y en mujeres.
Por todo lo anterior, para tirar bien, hay que dormir bien porque es un factor protector para mantener el rendimiento mental y evitar la aparición de enfermedades cardio metabólicas. Al mismo tiempo, para es necesario el control de los factores fisiopatológicos y extrínsecos de la vida moderna que se relacionan directa e indirectamente con la aparición de disfunciones sexuales. Por ello, la educación sobre el sueño saludable es importante para todas las personas que quieren mantenerse sexualmente activas y que quieren prevenir algún tipo de deprivación o trastorno del sueño.
Existe un concepto denominado “higiene del sueño”, el cual de manera general comprende ideas y estrategias para maximizar la cantidad y la calidad del sueño, como aquellas que se enfocan en eliminar los distractores y asegurar un ambiente cómodo y tranquilo a la hora de dormir, que incluye eliminación de ruidos, y luces molestas, control de temperatura, darse un baño antes o realizar ejercicios de estiramiento muscular. Pero cuando existe la sospecha de una patología como la apnea del sueño que complica la situación, es necesario consultar con el profesional de salud para tirar bien.
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Por: Germán Quiroz, médico especialista en sexología clínica, Universidad de Caldas