Nací en una familia tradicional y conservadora donde los hombres se sientan primero en la mesa y las mujeres atienden. La adolescencia en este ambiente no fue nada fácil, yo soy la menor de mis primos (4 hombres) entonces me vieron crecer y desarrollarme, ellos me cuidan, pues soy la niña de la casa y los amo por eso. En su momento ellos también se estaban desarrollando y supongo generando esta curiosidad sexual, entonces se robaban mis calzones, me molestaban por el periodo, jugaban con mis brasieres y una cantidad de situaciones que las naturalizamos constantemente. Vivía en un mundo donde si una mujer como yo se sienta en las piernas de un hombre estaba mal, pero ellos las pueden cargar, incluso besarse con muchas mujeres en una noche y eso estaba bien, se celebraba.
En el bachillerato estudié con mujeres mayores que yo, con experiencias mucho más avanzadas, hablaban del sexo y de lo bueno que era. Empecé a odiar ser virgen, odiaba ser la niña inocente. Me tropecé con un man, que ninguna mamá querría para su hija. Y bueno, a mí me gusto, era alto, blanco, flaco, le gustaban las drogas, era vago y no quería vivir. Perdí mi virginidad con él a los 16 años, nada romántico y muy doloroso, al otro día recibí un mensaje inspirador que decía “solo te quería comer”, lo cual fue frustrante y nada divertido. Me sentía mal y empecé a ver cómo funcionaba el mundo y que el sexo no era tan divertido como escuchaba. Empecé a sentirme mal conmigo, a juzgarme y latiguearme.
Mi segunda pareja sexual fue un man inteligente, responsable, tímido y virgen. Muy tibio para el sexo, siempre sentí que se asustaba conmigo, no duró mucho. Viajé a Brasil 3 meses, al regresar a Colombia conocí a mi mejor novio, duramos 4 años, era peludo, flaco, alto y tierno, tal vez la persona más noble que he conocido, fue una relación basada en amistad y nos amábamos. Terminé la carrera e hice una especialización y decidí viajar a Australia a estudiar inglés por un año, sabía que esa relación cambiaría para siempre.
En Australia conocí un hombre Suizo, inteligente hablaba 5 idiomas y lo mejor es que amaba escucharme, verme bailar, amaba mis curvas y mi color latino, fue ese amor de verano loco y apasionado, que mató la distancia.
Regresé a Colombia y conseguí trabajo en el Amazonas. Un lugar increíble y mágico. Los mejores atardeceres y una vida llena de tranquilidad. En mayo comencé a sentir un dolor abdominal super fuerte, fiebre y con urgencia tuve que coger un vuelo; en Bogotá, me monté al bus que transporta hacia el avión, con un dolor tremendo, sentí una voz gruesa y acosteñada que decía:
– “¿Estas enferma?, siéntate”
– «y preguntó ¿Qué tienes?»
Inocentemente respondí: “vengo desde el Amazonas y tengo síntomas de apendicitis”
Rápidamente cargó mis maletas y al llegar a mi ciudad de destino, me dijo: soy médico y te voy ayudar, debes irte para el hospital, te voy hacer ingreso en ese momento se les presentó a mis papas, de forma cordial.
1,85 de alto, 85 kg, sonrisa perfecta, adicional salvo mi vida. Y así conocí a quien sería el hombre para toda mi vida. Conocí al novio perfecto. Tuvimos una relación perfecta e intensa y decidimos casarnos.
Fue el día más feliz de mi vida, estaba el hombre perfecto, mi familia y mis amigos. Decidimos irnos para otro país a cumplir sus sueños de hacer su residencia. Y rápidamente me di cuenta que todo era mentira, era un hombre inseguro, pero lleno de ego, hablaba con mujeres constantemente y veía porno de manera enfermiza, no era bueno en la cama o al menos conmigo no, un machista nato y un hombre débil. Me convertí en su sombra perdí mi profesión, mi libertad, mi seguridad, mi vida. Pues había decidido que mi vida giraría en torno a la de él y me convertí en la esposa del doctor, donde las enfermeras te dicen señora, pero se comen a tu esposo. Viví el machismo en todos los sentidos, permití que acabara conmigo psicológicamente se me acabo el brillo, la sonrisa y mi complejo de gorda era más grande, el insistía que debía hacer ejerció y alimentarme bien. Lo odie cada segundo. La sociedad me decía que debía aguantar, que las mujeres son las que llevan las riendas de un matrimonio, que era la esposa, la mujer de él y que él me había escogido entre muchas. Me di cuenta que en sus largos turnos no solo trabaja si no que se divertía, incluso no tenía turnos. Me cansé de vivir 15 meses de mentiras constantes, infidelidades, más un gran golpe en mi maxilar inferior y una fractura del incisivo lateral izquierdo, una rutina sexual horrible y descubrí que las mujeres son violadas en los matrimonios. Odie el sexo de él y desde eso odio el olor a semen, me generan nauseas.
Llego a Colombia nuevamente, consigo trabajo, y todo tipo de terapia, psicólogos, mandalas, yoga, natación, plastilina, ángeles, reiki y todo lo que fuera necesario para volver a creer en mí, adicional comencé con el proyecto de tener mi propio espacio. En cuanto a mi vida sexual ha sido muy difícil, creía que nadie me miraría por el hecho de ser divorciada, pero apareció un hombre mayor con voz de locutor, buen conversador. Una noche nos tomamos unos tragos, tuvimos sexo y fue divertido, después sobrios tuvimos sexo y descubrí que solo fue el deseo de esa noche y que eso no llegaría a nada, pero él me hizo entender que podía ser atractiva. Conocí la masturbación como algo normal y placentero. Para noviembre de ese año me descubrieron un NIC, que para el mundo de la medicina puede ser algo común, pero para mi familia no fue nada sencillo entender la palabra carcinoma y la urgencia de una cirugía, y para mí el intentar entender que esto también podría haber sido culpa de su promiscuidad. Esto hace que le tenga miedo al sexo, miedo a una enfermedad y miedo a tener hijos.
Estudiar se convierte en mi mayor adicción y recuperar mi parte profesional, una especialización y 5 diplomados con una tesis perfecta. Conocí a un hombre 17 años mayor que yo, divorciado, inteligente, y muy buen conversador, ama la soledad y escalar montañas. Nos vemos para viajar, el sexo no es primordial, no es la base, podemos dormir juntos y no pasa nada y tenemos una gran amistad.
En el 2020, comencé mi maestría y actualmente tengo un gran trabajo. La soledad de la pandemia me hizo entender que había muchas cosas más en la que debía trabajar y superar. Conocí a “Diego”, tal vez una fantasía sexual, hombre descompilado pero diferente, solo encuentros sexuales, el sexo más raro, pero me gustaba. Me gustaba el hecho de que no me juzgaba ni me conocía.
Actualmente tengo carro y comencé el año estrenando apartamento. Sexualmente inactivo y con terapia sexual. Que me ha hecho replantear la manera en la que veo el sexo, me ha hecho cuestionarme y adicional ver la importancia de una educación sexual, el valor de dar, de recibir y de hablar de sexo abiertamente. Estudio un diplomado en mujeres y equidad de género para víctimas, escuchar historias de personas increíbles como la de mi hermana y entender que fui víctima sin victimizarme.
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